Quiénes somos o el amor por los libros


Hace cinco años coincidimos en las aulas del IES Padre Isla una profesora de Lengua y Literatura y dos de sus alumnos, Carlos y Ángel, gemelos además, cuyo gran parecido dificultaba su individualización, si bien ellos siempre lucharon por defender su singularidad que, poco a poco, así como el físico, fue diferenciándolos. Fue un buen curso en el que no se pudieron explorar todas las posibilidades de colaboración, que quedaron en barbecho. Grandes lectores todos. La biblioteca se convirtió en su refugio, su nexo de unión y su pasión.
         Un año más tarde surgió, realmente como una necesidad, la idea de formar un club de lectura en el que estuvieran presentes todos los implicados en el proceso educativo: padres, alumnos y profesores. La idea cuajó, entre quince y veinte personas se animaron y comenzamos con la novela de Luis Sepúlveda “El viejo que leía novelas de amor”, a la que, hasta la actualidad, han seguido muchas otras obras, al ritmo de una al mes, nueve meses al año, casi un parto. Desde el principio, Carlos, Ángel y Maite se convirtieron en parte entusiasta del club y sus opiniones contribuyeron a su buena marcha. La edad contrastaba, las ideas los unían. Cada persona, una interpretación, una lectura, poniendo énfasis en distintos aspectos. Enriquecimiento mutuo.
      Dos años más tarde, el sector más inquieto del club decidió que ya era hora de darle un hermano, eso sí, totalmente independiente y sin control profesoral. Y así surgió el Club de Escritura Cartapacio que tan buenos momentos está proporcionando a sus integrantes. Pegada de carteles anunciándolo, reuniones periódicas, también una al mes, cinefórums, debates, participación en las fiestas del instituto, con un taller de caligramas… y lo más enriquecedor, poder compartir lo escrito, que alguien como tú lea lo que, con tanta dedicación e interés, escribes, a la vez que te conviertes en el ayudante y comentarista de lo que esa persona escribe. Siempre resulta enriquecedor. Para todos.
      Tiempo después, corría el mes de marzo de 2013, leímos “La noche en que Frankenstein leyó el Quijote”, de Santiago Posteguillo, que, por tratarse de un ensayo de divulgación que habla de autores y libros, nos dio la idea para participar en el concurso. Se trataba de unir todos los palos, es decir, de leer, comentar y escribir, continuando con la idea de las anécdotas relacionadas con escritores de distintos países y de distintas épocas.
      Y aquí estaban ya todos los ingredientes necesarios que nos iban a permitir cocinar, unas veces a fuego lento, otras vivo, pero sin que se nos quemase el plato, los textos que, poco a poco, fueron formando este corpus que ofrecemos a vuestra consideración.
    El primer paso consistió en buscar aspectos de la vida de los escritores que pudieran suscitar la curiosidad de quienes iban a trabajar sobre ellos y, también, la de los posibles lectores. Una vez hecha la selección, el siguiente eslabón fue buscar diferentes tipologías textuales que permitieran ejercitarse en la escritura, entre ellas, el monólogo interior, la entrevista, el diario de viajes, el narrador omnisciente, el perspectivismo del narrador, el diario, una crítica literaria…; diferentes géneros: la poesía, el teatro, la narrativa... 
     Ese proyecto inicial fue sometido a debate, se decidieron los pasos que había que dar para seguir con esta cocina de la escritura, cómo iba a ser el reparto de tareas, qué material había que consultar para reforzar lo que ya sabíamos sobre el enfoque que íbamos a dar a los textos. Intercambio de opiniones que demostró que todos remábamos en la misma dirección.
      Para llevarlo a cabo, muchas han sido las horas dedicadas a intentar ponerse en la piel de esos escritores, para comprender lo que pensaban, lo que sentían, lo que los movía a comportarse como lo hicieron en los pasajes seleccionados  de sus vidas. 
    Y todo ello presidido por el respeto hacia los autores cuyos libros fueron consultados o leídos y que aparecen en la bibliografía.
      Si el esfuerzo ha merecido la pena, ya nos lo diréis.

Grupo PARNASO.

¿Cómo lo hemos hecho?


Como decíamos en la entrada anterior, teníamos ya la idea que se concretó en las siguientes anécdotas y tipos de textos elegidos para plasmarlas. Leímos sobre los autores y sus obras, como figura en la Bibliografía general y créditos, y nos pusimos manos a la obra, o mejor, a la pluma.
       Desarrollamos un cuadro inicial, de carácter provisional, con un esquema del trabajo con el que íbamos a participar. Así, colocamos en la columna de la izquierda un breve resumen de cada anécdota, y, en la columna de la derecha, la tipología textual que pensábamos utilizar para comunicarla. Así que este era el proyecto del que partimos:

ANÉCDOTAS DE ESCRITORES
TIPO DE TEXTO

1.- En 1853, Gertrudis Gómez de Avellaneda solicitó ser admitida como miembro de número en la RAE, que votó la posibilidad de admitir mujeres: 6 votos a favor y 14, en contra.

2.- De Vicente Molina Foix se dijo que tenía un don para poner títulos a las novelas. Juan García Hortelano inventó la Agencia Molina de títulos.

3.- Ray Bradbury publicó “Fahrenheit 451” (1953) en los números 2, 3 y 4 de la revista Playboy. En febrero de 1950 había sido publicado en la revista Galaxy en una versión corta “The fireman”, con unas 25 000 palabras.

4.- Ernesto Giménez Caballero, invitado en casa de Goebbels en Berlín, dos días antes de la cena de Nochebuena de 1941, le regaló un capote de torero y  le expuso su deseo de restablecer la Casa de Austria uniendo en matrimonio a Hitler con una princesa española de nueva planta, Pilar Primo de Rivera.

5.- Ramiro de Maeztu, detenido en julio de 1936 en Madrid, antes de que los mosquetones soltaran el plomo, dijo a los milicianos: “Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sé por qué muero: para que vuestros hijos sean mejores que vosotros.

6.- Los ingenieros españoles José Limeses y Antoni M. Saralegui inventaron la fotoescultura y utilizaron su invento para retratar a escritores vinculados a la Residencia de Estudiantes: Unamuno, Ortega y Gasset y Juan Ramón Jiménez. La fotografía, de frente y de perfil, tenía como fin sacar de ella una perfecta escultura de la cabeza del retratado.

7.- FranÇois Marie Arouet, Voltaire, corrosivo, burlón y pesimista, fue indigesto para monarcas y religiosos. En París llegaron a quemarse en público sus “Cartas filosóficas” por republicano y hereje, pues abogaba por la libertad de expresión y la tolerancia religiosa.

8.- “Ama de casa encuentra tiempo para escribir relatos”, es el título de una entrevista a Alice Munro, escritora canadiense. “Cuando un hombre sale de una habitación deja todo atrás. Cuando una mujer lo hace lleva todo lo ocurrido en esa habitación con ella”.

9.- Gustavo Martín Garzo firmó 2 ejemplares de “El lenguaje de las fuentes” en la Feria del libro de 1993. Vargas Llosa se acercó a la caseta donde estaba y lo confundió con un dependiente. En la presentación del libro en la FNAC, el salón estaba a rebosar, pero porque después había otro acto en que se presentaba la versión cinematográfica de “La pasión turca” de Antonio Gala.

10.- Origen posible del término “Dadaísmo”, relacionado con el Cabaret Voltaire, y la presencia en él de refugiados políticos como Vladimir Ilich, Lenin, quien, la noche de una velada rusa en la que se cantaron y bailaron canciones populares,  golpeaba la mesa con su mano, diciendo “Da, da”, es decir, “sí, sí” en ruso.

 11.- Ruta de los cementerios:
Óscar Wilde, Le père Lachaise, París.
Shelley y John Keats, Cimitero Acattolico o degli Inglesi, Roma.
James Joyce, Fluntern, Zúrich.

12.- (Aplicada a un escritor) Samson Raphaelson, guionista de 9 películas de Ernest Lubitsch, cuando este sufrió un ataque al corazón y su muerte parecía inminente, escribió un admirativa y sentida necrológica. Lubitsch sobrevivió milagrosamente. En una reunión le contó que la había leído y que tenían que arreglarla entre los dos, pues no tenía el toque Lubitsch. Lo hicieron así. No volvieron a verse.

 13.- Conversación entre Cervantes y Shakespeare. ¿Lugar de encuentro?
Buscar alguna obra con historia común.

14.- Humor de librería.
*¿Sabe si Ana Frank escribió más títulos después de su “Diario”?
*¿En este libro sobre dinosaurios, hay algún capítulo sobre dragones?
* ¿Tienen un ejemplar de la “Biblia” firmado?
* ¿”Mujercitas” es sobre mujeres bajitas?
* ¿Podría decirme el nombre de pila de Anónimo?

15.- La necesidad de viajar, comer y vivir.
Cuando Himmler visitó España en 1940 para proporcionar algunas ideas a la policía política de Franco, Serrano Suñer, ministro de AAEE, asignó 50 000 pesetas a Álvaro Cunqueiro para que lo acompañara y divirtiera con sus historias. Este cogió el dinero y desapareció. Tras una larga busca, la policía lo encontró en un prostíbulo de Mondoñedo con mil duros en el bolsillo. Milagrosamente, fue perdonado.
Años después, le fue retirado el carné oficial de periodista por quedarse con el dinero que le había adelantado el embajador de Francia para que escribiera las correspondientes loas del país. Se gastó el dinero en empanadas de lamprea, albariño y otros yantares que luego le inspiraron uno de sus mejores libros “La cocina cristiana de Occidente”.

16.- Manías de escritores:
-  Dan Brown combate sus bloqueos colgándose cabeza abajo.
- Honoré de Balzac, el autor de la Comedia humana sufría delirio de persecución y era un escritor nocturno. Se iba a la cama a las seis de la tarde y pedía a su criada que lo despertara a las 12 de la noche.
- Según sus biógrafos, el escritor Thomas Mann organizaba juntas familiares para debatir la congruencia de sus tramas y personajes, para solicitar comentarios, observaciones y sugerencias.
- Cuenta la leyenda que cada mañana Jorge Luis Borges se despertaba y, durante el baño, pensaba si lo que había soñado era digno de ser convertido en un cuento. Cuando el sueño era muy disparatado, intentaba darle forma narrativa. La prueba está en dos de sus temas recurrentes: el laberinto y el espejo.
- Entre su tendencia a la depresión, los horrores de la guerra y la probabilidad de que los nazis invadieran Inglaterra (su esposo Leonard era judío), Virginia Woolf sentía pánico. Pero, más que la guerra o la tristeza, Virginia tenía miedo a la locura.  
- Isaac Asimov trabajaba 8 horas al día, 7 días a la semana,  no descansaba ningún festivo o fin de semana, y su horario era intocable. Cuando estaba dedicado a escribir, su media era de 35 páginas al día. No le gustaba revisar más de una vez sus escritos, porque lo consideraba una pérdida de tiempo
- Marcel Proust y su miedo a la asfixia, por lo que escribía sin cesar, pensando que sólo así evitaba un ataque de asma.
-  Juan Rulfo y su pánico escénico, su pavor a hablar en público.
- Feodor Dostoievsky y su miedo a la oscuridad, así como su afición al juego.
- Antonio Tabucchi y su afición a escribir solo en cuadernos escolares.
- Isabel Allende y su costumbre de comenzar siempre sus novelas el 8 de Enero. Al empezar a escribir, enciende una vela. Cuando la vela se apaga, deja de escribir, esté por donde esté.
- Vicente Aleixandre y su agorafobia… 

17.- Demoledora crítica literaria, al estilo de la que el profesor Peter Conrad publicó en el diario The Observer, sobre l blockmaster de Dan Brown “Inferno”.

18.- La timidez o el arte del seudónimo: Azorín, Clarín…


1.- Solicitud + noticia de la votación de los académicos.




2.- Anuncio publicitario + diálogo: un escritor visita a Molina Foix para pedirle un título que haga que su novela triunfe.


3.- Entrevista al escritor sobre el futuro de la lectura y sobre las dificultades de la escritura y de la publicación.




4.- Narrador editor de un documento encontrado en… + investigación de un historiador.






5.- Monólogo interior del escritor ante el pelotón de fusilamiento con ejemplos de analepsis para conocer algunos datos de su vida.



6.- Anuncio por palabras pidiendo voluntarios para el experimento = pasado // significado actual de la palabra, búsqueda en Internet. Estudio sociológico: la influencia de la moda.






7.- Diario de Voltaire contando lo ocurrido con su obra y su huida de París.






8.- Letra de una canción sobre las escritoras que han compaginado ambas actividades.






9.- Varios narradores en 1ª persona  = perspectivismo (tal vez presentado en columnas distintas): Vargas Llosa, paseante en la Feria, Martín Garzo, asistente a la FNAC…







10.- Artículo de opinión sobre la velada, incluyendo una canción rusa cantada por los asistentes ¿aplicada al istmo?










11 y 12.- Breve diario de viajes, con ejemplos de necrológicas de los distintos escritores, redactadas en diferentes idiomas.











13.- Fragmento teatral.



14.- Poema irónico, disparatado, humorístico...









 15.- Receta de la empanada de lamprea + narrador omnisciente.



















16.- Estudio psicológico, poniendo ejemplos de diferentes enfermedades psíquicas, aplicadas a escritores.

















































17.- Crítica literaria de una obra.




18.- Concurso “Saber y ganar”: seudónimos de escritores.


   Pero como suele pasar, no todo lo que se planifica en un principio termina por materializarse. De este modo, y debido, sobre todo, a la falta de tiempo, nos vimos obligados a recortar anécdotas, así como también cambiamos unas por otras, pues fuimos descubriendo, mediante la investigación que desarrollamos, nuevas anécdotas que suscitaron más interés en nosotros.
      Así que el cuadro quedó así:

ANÉCDOTAS DE ESCRITORES
TIPO DE TEXTO

1.- Ramiro de Maeztu, detenido en julio de 1936 en Madrid, antes de que los mosquetones soltaran el plomo, dijo a los milicianos: “Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sé por qué muero: para que vuestros hijos sean mejores que vosotros.

2.- FranÇois Marie Arouet, Voltaire, corrosivo, burlón y pesimista, fue indigesto para monarcas y religiosos. En París llegaron a quemarse en público sus “Cartas filosóficas” por republicano y hereje, pues abogaba por la libertad de expresión y la tolerancia religiosa.

3.- “Ama de casa encuentra tiempo para escribir relatos”, es el título de una entrevista a Alice Munro, escritora canadiense. “Cuando un hombre sale de una habitación deja todo atrás. Cuando una mujer lo hace lleva todo lo ocurrido en esa habitación con ella”.

4.- Mary Shelley, autora de “Frankenstein o el moderno Prometeo” y esposa del poeta romántico Percy Shelley, conservó el corazón de su marido durante años, una vez este hubo muerto en un accidente en el mar.

 5.- Ruta de los cementerios:
Óscar Wilde, Le père Lachaise, París.
John Keats, Cimitero Acattolico o degli Inglesi, Roma.
Lev Tolstoi, Yásnaya Poliana, Rusia.

6.- Virgilio, el gran poeta latino, celebró en su día un fastuoso funeral para una mosca, que al parecer había adoptado como su mascota.

7.- Honoré de Balzac, el autor de la Comedia humana sufría delirio de persecución y era un escritor nocturno. Se iba a la cama a las seis de la tarde y pedía a su criada que lo despertara a las 12 de la noche.

8.- Según sus biógrafos, el escritor Thomas Mann organizaba juntas familiares para debatir la congruencia de sus tramas y personajes, para solicitar comentarios, observaciones y sugerencias.

9.- Entre su tendencia a la depresión, los horrores de la guerra y la probabilidad de que los nazis invadieran Inglaterra (su esposo Leonard era judío), Virginia Woolf sentía pánico. Pero, más que la guerra o la tristeza, Virginia tenía miedo a la locura.  

10.- El profesor Peter Conrad publicó en el diario The Observer, una demoledora crítica literaria sobre el blockmaster de Dan Brown “Inferno”. Pero Brown no ha sido el único. Otros como Shakespeare o Tolstoi también sufrieron con los críticos.

11.- La timidez o el arte del seudónimo: Azorín, Clarín…


1.- Monólogo interior del escritor ante el pelotón de fusilamiento con ejemplos de analepsis para conocer algunos datos de su vida.




 2.- Diario de Voltaire contando lo ocurrido con su obra y su huida de París.






 3.- Letra de una canción sobre las escritoras que han compaginado ambas actividades.






4.- Relato lírico que contenga todos los elementos del Romanticismo literario: presencia de la Naturaleza, pasión y amor desenfrenados, impulsividad, pesimismo, angustia vital, referencias a la mitología...


5.- Cartas cruzadas que varios amigos se envían contando sus experiencias durante un verano: visitas a las respectivas tumbas.



6.- Relato en el que un narrador interno cuente la anécdota en 3ª persona, ambientándolo en la propia Roma.


7.- Relato de estilo elevado, con presencia de analepsis y prolepsis.





8.- Perspectivismo del narrador, que expondrá su opinión, sin introducción explicativa, en el que aparecerán diferentes registros.


 9.- Fragmento teatral.







10.- Demoledora crítica literaria de una obra y de su autor (por supuesto, ficción).





11.- Entrevista a un escritor ficticio, que acaba de publicar un libro seudónimos.

      La investigación fue ardua y duradera, pues acudimos a diferentes fuentes como bibliotecas –la Biblioteca Pública y la del IES Padre Isla-, librerías –para aquellos libros que no se encontraban en las bibliotecas- y, sobre todo, Internet. Debido a la proliferación de datos, no siempre fiables al cien por cien,  que existe en la Red, contrastamos la información que íbamos obteniendo mediante este medio, con el objetivo de no introducir datos erróneos en las creaciones literarias que íbamos a desarrollar.
      La labor de redacción fue la que menos tiempo nos llevó, si bien las revisiones y correcciones de los textos siempre son más lentas.
           Una vez teníamos todas las anécdotas, el siguiente paso fue la decisión del formato que adaptaríamos para dar a conocer nuestro trabajo. Escogimos el blog porque uno de lso alumnos de este grupo tenía experiencia en la creación y diseños de sitios web, y además consideramos que este medio es el más adecuado para crear un espacio en la Red donde se puedan conjugar perfectamente un diseño atractivo, una lectura cómoda y un formato adecuado para la exposición que teníamos que hacer.
        Así que, con el blog creado, Liberfilia, tan sólo nos faltaba ya colgar las anécdotas y diseñarlo. Intentamos crear un diseño atractivo, relajante, acorde más o menos con la temática del trabajo, la Literatura, y con este objetivo creamos la cabecera –que aparece explicada en Bibliografía general y créditos- y los mandala que iban a acompañar a cada entrada. Los mandala fueron dibujados a mano por los diversos miembros del grupo intentando adaptarlos  a la curiosidad o entrada que iban a ilustrar.
         El orden en el que aparecerían las anécdotas fue motivo de debate entre los miembros del grupo: la polémica estaba en si adoptar un orden en el que los artículos aparecieran ordenados desde el Presente hasta al Pasado, o al revés. Finalmente, fue escogida esta primera opción, pues Liberfilia representaría, así, una especie de viaje en la máquina del tiempo por la Historia de la Literatura, parándose en los diferentes momentos seleccionados.
         Y así, tras meses de trabajo, en los que pudimos aprender conocimientos sobre Literatura (y no sólo Literatura, pues todas las disciplinas se entrecruzan: Historia, Filosofía…), reforzar los que ya teníamos y explorar nuestras capacidades creativas a la hora de escribir y de diseñar, presentamos este blog que pretende ser un canto de amor a la capacidad humana de crear y emocionar con las palabras.

Grupo PARNASO.

Una mujer desangra sus palabras sobre un papel



Entre los chillidos histéricos
del lavavajillas,
el rumiar lento y apacible
de la lavadora,
y el calor, casi táctil,
adormilado y caprichoso,
una mujer desangra sus palabras
sobre un papel.


Su letra pequeña y menuda,
de vaporosas terminaciones,
casi diáfana,
se desparrama por las hojas
como una rotura brusca y violenta
de la familiar cotidianidad
en que yace, feliz, la madre y esposa,
pero, sobre todo, la mujer, la escritora,
la creadora de sueños y
hacedora de imágenes y recuerdos,
la ensambladora eficaz de palabras
y melodías,
la parturienta debilitada de un rayo de belleza.


Los cuchillos se agitan en sus cajones
pidiendo chupar sangre,
los platos se bañan con espuma y jabón
en lo que parece un cuadro de Dominique Ingres;
las camisas, presumidas y coquetas,
buscan desesperadamente 
liberarse de la suciedad
que mancha su cristalino blancor almidonado.


En otra habitación, dos criaturas duermen
como los segadores de Van Gogh,
juntas, soñadoras,
bañando su inocencia infantil en las aguas tibias
del descanso,
entregándose a una ignorancia absoluta
de todo cuanto sucede en su realidad material.


Su madre, frente a la plancha y las hornillas, 
frente a la quietud de un mundo formado por una sola habitación,
compone versos de amor y desamor,
de odio y perdición,
de perdón y desesperación,
de tristeza y alegría,
y enjuga sus lágrimas, sus suspiros y sus sonrisas
en flacas palabras garabateadas con sangre azul
que se hacinan en el papel, como en la tranquilidad
de una canción de Edith Piaf.


Y la nieve, y el viento y sus chillidos inmortales,
y sus golpes contra los cristales,
y sus desgarros anatómicos por chocar contra los árboles;
y la lluvia, lágrimas de Prometeo que se ha leído el Manifiesto Romántico
de Víctor Hugo;
y el tiempo, que desbroza la piel
y traslada
las ondulaciones de agua, a la cara;
y el dinero y la guerra y el hambre y la enfermedad,
todas atacan juntas, desinhibidas y descontroladas,
pero allí, frente a la plancha y las hormillas,
frente a la quietud de un mundo formado por una sola habitación,
una mujer desangra sus palabras
sobre un papel.



ANEXO. ALICE MUNRO: PALABRAS, BESOS Y LAVADORAS COMO OFICIO
Ama de casa encuentra tiempo libre para escribir relatos.” Esta es la forma de la que tituló el periódico The Vancouver Sun la primera entrevista que le hicieron a Alice Munro, a la edad de 30 años, por aquel entonces una modesta escritora que había adquirido un poco de fama publicando relatos y cuentos en revistas y periódicos.
     Alice Munro nació en un pequeño pueblo de Ontairo, Canadá, en 1931. Recibió una educación presbiteriana que le inculcó el amor por su familia, por la discreción y también por la Literatura.
      Durante su infancia y juventud, como ella misma reconoce, "no entraba para nada en los cánones de belleza de la época. Era a fines de la década del 40 y la moda era ser una cosita adorable, frívola y divertida, y yo era demasiado seria". Pero eso a ella no le importaba; su refugio, y su vida, era la Literatura, a la que acudía casi diariamente. 
      A los veinte años conoció al que sería su primer marido, James Munro, y entró a la Universidad de Western Ontario, realizando diversos trabajos para pagarse los estudios. Con tan sólo 21 años ya tenía la primera de las tres hijas que actualmente la visitan en su casita de Clinton, el pequeño pueblo de Ontairo en el que nació y en el que lleva viviendo toda su vida, ahora junto a su segundo marido, el geólogo Gerald Fremlin.
      Pero lo más característico de esta escritora, a parte de su enorme belleza, son las circunstancias en las que desarrollaba su actividad literaria: "estaba puramente determinada por la duración de las siestas de mis hijos", asegura la escritora para una entrevista con el diario español La Vanguardia. En efecto, Alice Munro era una ama de casa; dedicaba todo su tiempo, tal y como le habían enseñado de pequeña, a cuidar de su familia y de su hogar, pero sentía que no podía pasar un día sin la escribir. Por ello, mientras sus hijas dormían, ella aprovechaba y escribía. Y por eso comenzó a escribir cuentos y no novelas, porque el tiempo que tenía para la creación literaria era muy limitado: "Mi idea era escribir novelas, pero empecé a escribir cuentos porque era para lo único que podía hacerme tiempo. Entre las tareas de la casa y el cuidado de los chicos, nunca habría tenido tiempo de escribir una novela. Y después fue como si el formato del cuento  fuese lo que quería hacer. Ese espacio alcanzaba para decir lo que quería decir."
           En 2013 recibió el Premio Nobel de Literatura por "su estilo claro y de un realismo psicológico", y por haberse convertido, según la Academia, en una "Maestra del relato corto".
      Pero no sólo Alice Munro ha compaginado el cuidado del hogar y la familia con la Literatura. En las últimas décadas han surgido importantes nombres de mujeres, amas de casa, entregadas al cuidado de sus hijos, que han resultado ser grandes revelaciones literarias. Quizás la primera de toda esta nueva generación sea J.K. Rowling, la autora archimillonaria de la saga Harry Potter, un adolescente aprendiz de mago que intenta luchar contra las fuerzas del mal. Cabe destacar también Stephenie Meyer, que, cuando a los 21 años conoció y se casó a su marido, decidió no estudiar ninguna carrera universitaria ni buscar un trabajo adecuado, sino dedicarse a su casa y sus hijos. Sin embargo, una noche soñó con un bello vampiro en un campo de girasoles, lo que, según ella, la impulsó a escribir lo que sería la Saga Crepúsculo. Esperaba a que su familia se durmiera y entonces escribía, por las noches, acompañada de la música del grupo británico de rock Coldplay. Otro ejemplo es E.L. James, el último boom literario, autora de la saga que más ejemplares de bolsillo ha vendido en la Historia de la Literatura, 50 Sombras de Grey.


BIBLIOGRAFÍA
  • http://es.wikipedia.org/wiki/Alice_Munro
  • http://es.wikipedia.org/wiki/Ontario
  • http://www.lagaceta.com.ar/nota/564623/la-gaceta-literaria/ama-casa-encontro-tiempo-para-escribir-relatos.html
  • http://prodavinci.com/2013/10/10/artes/la-primera-entrevista-de-alice-munro-tras-ganar-el-premio-nobel/
  • Entrevista de Alice Munro para La Nación: http://www.lanacion.com.ar/1629968-alice-munro-las-mujeres-necesitan-interpretar-la-vida-verbalmentecuento-los-chaddeley-y-los-fleming
  • Entrevista de Alice Munro para La Vanguardia: http://www.lavanguardia.com/cultura/20090527/53712129215/alice-munro-ya-no-sirvo-para-una-vida-normal-he-escrito-tantos-anos-que-no-se-hacer-nada-mas.html
  • http://elpais.com/diario/2010/12/04/babelia/1291425165_850215.html
  • http://cultura.elpais.com/cultura/2012/10/10/actualidad/1349889198_516069.html
  • http://www.semana.com/gente/articulo/escritoras-amas-casa-acaudaladas/262394-3

El viejo y el mar, una pesadilla interminable



CATÁSTROFE  NATURAL  EN  LAS  ESTANTERÍAS
El viejo y el mar, una pesadilla interminable
Por ANDREA SALVADORIO

Hay dos tipos de escritores en el mundo: los que tienen vergüenza y los que no. Estos últimos se definen por lo que viene a ser su gran afición, un hobby que practican siempre que pueden, y que les causa un placer que es casi indescriptible para ellos: tomarle el pelo a la gente. Y cuando digo gente, me refiero a los lectores. Si algo que las personas de este segundo grupo creen a pies juntillas, es que la gente que lee sus escritos es rematadamente imbécil, y que no tiene ni la más mínima capacidad de juzgar sobre lo que escriben.
      Pues bien, es a este segundo grupo al que pertenece Ernest Hemingway. Yo no sé exactamente qué es lo que este hombre piensa de la vida, y, sinceramente –y con el poder que me otorga haberme tragado su libro-, tampoco quiero saberlo. Me gustaría más eliminar los últimos cinco días de mi vida y hacer tabula rasa, como si nunca hubieran existido.
      Dicen los psicólogos que el cerebro tiende a borrar los malos recuerdos. Pues bien, espero, por su bien, que el mío elimine cualquier post-it mental, por mínimo que sea, sobre El viejo y el mar. No obstante, para comprobarlo, dentro de dos semanas volveré a rebuscar en mi archivo neuronal a ver si queda algo, y, en caso afirmativo, yo mismo me encargaré de hacerme una tortilla de analgésicos y pondré fin a mi vida. Créanme, no merece la pena seguir viviendo después de esto.
      Hemingway ha escrito la mayor mierda de la Historia de la Literatura Universal, antes de que E.L. James escribiera esos folletines pornográficos repletos de sombras. Ustedes ya me entienden. Y todavía aquellos tenían algo que enganchaba, ya fueran los documentales de leones masoquistas que llenaban páginas y páginas, y duraban más que un año sin García Márquez, o lo mal caracterizados que estaban los personajes, pero por lo menos hacían reír –yo me reí más que cuando leí Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, de Woody Allen, y ya es decir-. Pues miren, ya que hablo de este libro, habría que pedirle al señor Woody Allen que deje de violar a su hija y de escribir peliculillas repletas de rubias y escriba un Cómo acabar de una vez por todas con Ernest Hemingway. El problema es que ya está muerto. Pero bueno, siempre nos queda la Opción B para casos en los que hay peligro de que una catástrofe literaria arruine nuestras vidas: usar la Máquina del Tiempo de H.G. Wells, mandar a la mierda a los Morlocks y hacerle firmar a Hemingway delante de un cuerno de toro y una copa de vino que no volverá a escribir una sola novela más. Créanme, si pudiera, lo haría.
      El viejo y el mar es, como pone en su título, una ¿novela? en la que adquiere mucha importancia el mar. Sí, porque cuando la terminas piensas algo así como “si es verdad que existe Justicia Universal –y Hesíodo así lo creía-, que venga un rayo y lance esta mierda al mar, y que ni Ariel sea capaz de encontrarla”.
      Y es que no sólo los personajes –tres apenas- están mal desarrollados, pésimamente mal caracterizados y horrible y vomitivamente mal llevados, sino que la trama, la pluma, la estructura temporal, todo es tan horriblemente horrible que incluso la prensa amarilla estadounidense es mucho mejor que esta “cosa”. El comienzo es pésimo y queda poco delineado, como en el aire, con los personajes y las situaciones como si fueran un cuadro impresionista llevado al extremo: van der Weyden lo tiraría por un barranco. Y el final, además, lleno de imprecisiones, mal narrado, injusto y poco coherente con el resto de la historia.
      Pero si creían que eran el principio y el final, el alfa y el omega –pobres de nosotros si los griegos hubieran tenido un abecedario como este libro-, lo peor de todo de la cosa esta, se equivocan. Porque lo peor es el nudo, la parte central de la obra. Ahí tenemos al viejo Santiago echado al mar –como ven, el señor Hemingway se rompió los sesos poniéndole un título a la obra, se ve que los toreros no esperaban por los escritores y el pobre hombre tenía que llegar pronto a la corrida-, enfrascado en una encarnizada e interminable –interminable como la novela, porque esta sí que lo parece, de lo aburrida que es; no como la de Michael Ende- lucha contra un pez al que se le ha metido entre ceja y ceja meterse en el estómago el pescado que le ofrecen desde arriba sin dar nada a cambio. Vamos, que este y Mefistóteles no se llevarían muy allá. Bueno, pues esta parte resulta tan, tan, tan aburrida, que hasta el mismo aburrimiento se sigue sorprendiendo del buen trabajo que hizo. Y eso que el pobre está agotado de lo que le hace trabajar Hemingway, que mientras Homero cantaba a las musas del Parnaso, y Baudelaire al vino, Hemingway le cantaba al Aburrimiento. Al parecer el señor Ernest se leyó Moby Dyck, le entró la envidia –por esto de vivir en España, que ya se sabe que la envidia es el pecado capital de los españoles- y decidió escribir una novela sobre la navegación y el arte de la pesca disfrazada de cuatro personajes casi deshechos y una trama y una acción tan absurdas que Kafka lo hubiera matado solo para hacerse con ellas. Todo un poema.
      En fin, ¿conclusiones, después de pasar mis días de sufrimiento leyendo esta novela? Realmente es una pena  que Hemingway no hubiera vivido los años de la Revolución Francesa, les habría hecho un favor a Robespierre y sus secuaces, escribiendo El viejo y el mar y distribuyéndolo por reyes y nobles: la de guillotina que se hubieran ahorrado. 



ANEXO. CRÍTICOS Y CRÍTICAS, LOS VERDUGOS DEL ESCRITOR
El 19 de Mayo de 2013, el profesor y especialista en Literatura Inglesa Peter Conrad publicó una demoledora crítica literaria en el periódico The Observer, sobre la nueva novela del autor best-seller Dan Brown, Inferno. Dan Brown es autor, entre otras obras, de El Código da Vinci y Ángeles y Demonios, y sus obras han recibido siempre un gran entusiasmo por parte del público, y una pésima acogida por parte de la crítica.
      En la mencionada crítica, Peter Conrad escribía cosas como “antes pensaba que Dan Brown era simplemente malo. Ahora, después de leer la última versión del thriller apocalíptico que reescribe cada poco, sospecho que además debe estar loco”. En su artículo, el miembro de la Royal Society of Literature destroza completamente las novelas del británico, centrándose especialmente en Inferno. Así, continúa diciendo, un poco más abajo: “Al igual que un demagogo, Brown complace a la mente de las masas con su ansia de mitos y monstruos, y se alimenta de su credulidad al afirmar que la pseudo-ciencia y la historia del arte confuso en sus novelas son "reales"”.
      Pero Conrad no ha sido el único en criticar el trabajo del autor multiventas. También Elizabeth Longo, conocida crítica de Literatura y de Música, escribió en la revista Tempi, a propósito de la misma novela: “Aburrido. Solo pude llegar hasta la mitad. (...) Me hizo bostezar la trama descuidada y poco convincente. Por 25 euros, mejor es comprar una montaña de crucigramas para pasar la semana". Y no sólo Inferno ha recibido tan malas críticas. También otras de sus novelas, en especial, El código da Vinci, que consiguió llegar a ser el libro más vendido de la Historia de Inglaterra, superando a la Biblia. Sobre este libro, Umberto Eco dijo en su día que sería una novela que los lectores de James Joyce jamás se atreverían a tocar.
      Sin embargo, las opiniones de los críticos no es algo que importe en exceso a Dan Brown. El autor, que ha vendido más de 200 millones de ejemplares en todo el mundo, dijo en una entrevista, respondiendo a las críticas: “Escribo por placer y los críticos tienen gustos distintos a los míos, así que nada puedo hacer”.
      Dejando aparte la calidad literaria de la obra de Brown, es conveniente afirmar que no sólo él ha recibido críticas demoledoras. También escritores hoy en día reconocidos y de renombre internacional han tenido sus malas críticas y su ración de odio por parte de los tribunales de la Literatura (aunque también hay quien los sitúa en el pueblo). Un ejemplo es Hamlet, la tragedia del más famoso dramaturgo de la Historia de la Literatura Inglesa, Shakespeare, a propósito de la cual Voltaire escribió: “vulgar, bárbara, la obra de un salvaje borracho”. Y continuando con Inglaterra, tampoco Emily Brönte, con Cubres Borrascosas, se salvó de la quema, sobre la cual se dijo, en un conocido periódico londinense: “una novela confusa, inconexa e improbable cuyos personajes son primitivos y más brutos que el hombre prehistórico”. De su compatriota el poeta Walt Whitman, a propósito de Hojas de hierba, escribieron en el London Critic que “el desconocimiento de Whitman para con el arte es como el del cerdo para con las matemáticas”. En cuanto a otro de los grandes héroes británicos, Charles Dickens, tampoco quedó bien parado a los ojos de la crítica, pese a que sus libros eran muy bien acogidos entre el público: “No creemos que su reputación vaya a durar… nuestros hijos se preguntarán en qué pensaban sus ancestros al colocar a Dickens a la cabeza de los novelistas de nuestro tiempo”, publicaba el periódico Saturday Review en 1858.
      Tolstoi también fue masacrado con su obra Ana Karenina: “es una basura sentimental. Muéstreme una sola página que contenga una idea”, se escribió en el periódico Odessa Courier en 1877.



BIBLIOGRAFÍA
  • http://es.wikipedia.org/wiki/Ernest_Hemingway
  • Crítica de Inferno, por Peter Conrad en The Observer: http://www.theguardian.com/books/2013/may/19/dan-brown-inferno-review
  • http://en.wikipedia.org/wiki/Peter_Conrad_(academic)
  • http://www.larepublica.pe/09-06-2013/maldicion-eterna-para-quien-lea-a-dan-brown
  • http://www.lagaceta.com.ar/nota/553037/comentarios-sobre-inferno.html
  • http://www.iberlibro.com/blog/index.php/2013/05/16/sobre-grandes-clasicos-y-sus-malas-criticas/
  • http://www.portalnet.cl/comunidad/foro-literatura.335/1115391-malas-criticas-buenos-libros.html

Entrevista a Santiago Pessaloa


Santiago Pessaloa es periodista y escritor. Su primer libro, “Tras las sombras del anonimato. Algunos seudónimos de la literatura universal”, es una investigación sobre los escritores que han utilizado seudónimos. Con más de treinta autores en unas doscientas páginas, este novedoso libro no solo desentraña las identidades de muchos escritores detrás de obras conocidísimas u olvidadas, sino que indaga psicológica y socialmente en las causas que llevan a un escritor a elegir ocultar su verdadera identidad y por qué opta por un seudónimo determinado, y guarda <<alguna sorpresa>> que nos puede impresionar. Hablamos con su autor en una larga entrevista.
LAILA OJEDA

PREGUNTA (P): Se inicia usted en el mundillo literario con un libro sobre el arte del seudónimo. ¿Cómo ve el panorama cultural español y qué expectativas ve sobre su libro en este?
RESPUESTA (R): En efecto. He publicado ya, lógicamente, artículos en periódicos y hasta he colaborado en algún libro de algún amigo escribiéndole una nota inicial, pero este es mi gran salto al mercado literario. Este es mi primer libro, fruto de dos años de trabajo. La verdad es que no se cómo reaccionará el público con él; he intentado hacer un libro que se adapte a un nivel cultural medio. Yo lo recomiendo para profesores de Literatura, que pueden utilizarlo en sus clases, o alumnos, en sus trabajos. Respecto al mundillo literario…veo mucha paja pero poco grano. Espero ser algo de grano. Ya veremos la opinión de los críticos.

P: ¿Cómo te dio por escribir un libro sobre seudónimos y no sobre Adolfo Suárez o el 23-F, temas que están volviendo a pujar fuerte en el mercado, y que están captando el interés del público de nuevo?
R: Bueno, a mí el mercado me da igual. Decidí escribir un libro sobre el arte del seudónimo por pura preferencia personal. La política y sus (des)engrasados engranajes me parecen soporíferos. Sin embargo, a lo largo de estos dos años de trabajo (con todos sus problemas e interrupciones) me lo he pasado genial, me he asombrado y sobre todo he aprendido mucho. La cuestión de los seudónimos es algo que hace tiempo me sorprendió y me marcó de una manera algo obsesiva, lo reconozco. Fue al leer un artículo de uno de mis compañeros de prensa sobre el tema. Si te vale el símil, es como cuando mucha gente se obsesiona con la catalepsis después de leer “El enterramiento prematuro” de Poe. Total que me empecé a preguntarme si los autores actuales utilizarían seudónimos, y sobre todo por qué lo harían… Y luego entró en juego mi imaginación. Y ya ves lo que salió.

P: Dice Manuel Vicent, en un reciente artículo de El País, que la imaginación es la facultad gratuita de una persona para absorber todo el arte que está <<en el aire>>; todo lo que, por ejemplo, hemos creado pero que, debido a su sola transmisión oral, y no escrita, hemos acabado perdiendo, aunque permanece en el aire dispuesto a alimentar la imaginación de algunos. ¿Eres contrario a esta opinión? ¿Necesitan los escritores mucha imaginación para inventar sus seudónimos?
P: Pues sí, he leído ese artículo y lo suscribo. Ya ve que, en mi caso, la idea de escribir un libro recogiendo algunos de los seudónimos de la literatura universal no surgió por generación espontánea, y la forma de escribirlo tampoco. La cultura, en general la información que se transmite socialmente, nunca es absolutamente nueva. El concepto de “nuevo” implica necesariamente algo no nuevo, algo original, no creado y que ya está ahí. El hombre crea construyendo, cimentando y renovando; todo el edificio de la cultura universal es el resultado de pequeños cambios en su composición, de refutaciones de viejas ideas, de duplicación de otras, de conjunción de dos de sus preceptos en uno y la generación de otro diferente a los anteriores… No hay nada nuevo. La máquina de vapor, su base e idea básicas, ya fue inventada por los romanos, pero para ellos era más cara que la fuerza bruta de los esclavos, así que la desecharon. Respecto a lo que me pregunta sobre la imaginación… Pues sí, hace falta tenerla para inventar seudónimos. Haga la prueba. Seguramente los primeros nombres que le salgan, si es que le salen, no le gusten. Intentará perfeccionarlos, porque el hombre tiende a la perfección. Querrá relacionar su personalidad, manías o el contenido de su libro con su seudónimo, y para eso hace falta imaginación: imaginar es solo unir elementos y formar algo nuevo. Es un proceso dialéctico. Una vez encontrado un nombre aceptable, hay que someterlo a crítica: a los ojos de los lectores, ¿será suficientemente engañoso? ¿Reflejará lo que se busca transmitir o sugerir? Los nombres dicen mucho de nosotros.

P: Ha dicho sugerir… ¿Son acaso los seudónimos sugerentes? Explíquese.
R: Sí y no. Hay de todo, como en botica. Algunos seudónimos sugieren mucho sobre el autor… Por ejemplo los que utilizaba Manuel Vázquez Montalbán son de risa, nos muestran que tenía un buen sentido del humor. El autor de “Galíndez” firmó bajo los nombres de la baronesa d’Orcy, Manolo V el Empecinado o Jack el Decorador. Los hay a los que les da mucho morbo ser descubiertos en su engaño, y dejan alguna pista para los frikis de la literatura, como yo. Otros seudónimos son completamente opacos, como el de George Orwell, que en realidad se llamaba Eric Blair. Este hombre firmó así para que su familia, de la alta sociedad, no se enterara de que escribía novelas y andaba por los bajos barrios de París. Ya ve lo que tiene la vida; nombres como Orwell, verdaderas máscaras de abecedario.

P: Humm… ¿Has pillado a algún morboso actual?
R: Bueno…ando sobre las pistas de alguno, sí. Pero aún es alto secreto. Materia de otro libro.

P: Veo que la afición le va para largo, y el tema tiene donde rascar… Hablemos de tu libro. Tiene unas doscientas páginas y más de cuarenta escritores. Como dices en el prólogo, cada seudónimo refleja el mundo personal del autor, sus emociones, miedos y deseos, condicionamientos sociales… Has intentado reflejar todo eso de cada autor. La pregunta obligada es ¿no te da miedo a equivocarte? Introducirte en la psicología de un escritor es batalla de Alatriste por lo menos. ¿Qué pasaría si uno de los escritores mencionados te acusara de mentiroso, ruin y especulador?
R: Bueno… Lo he pensado y me lo advirtió mi editor. Pero por eso mismo he decidido publicar mi obra. Imagínese que salgo en todos los periódicos y blogs culturales acusado por Lorenzo Silva de ser un ignorante entrometido. Sería para mí muy enriquecedor, porque primero conocería en persona, quizás, a Lorenzo Silva, y segundo, saltaría de golpe al mundo del papel en blanco y negro, como protagonista y no como redactor (al igual que ahora). En la actualidad hacen falta tres cosas para triunfar: trabajo, paciencia y marketing. El trabajo porque nadie regala nada, salvo algunas excepciones; el marketing para subir; y la paciencia para mantenerte arriba. De todas formas, eso que dice es posible pero improbable, porque en todos los casos que he podido he consultado con el mismo escritor, aparte de avisar, en mi nota inicial del libro, de la parte de especulación que mi libro entraña. No solo quiero informar, quiero hacer reflexionar e investigar, y para eso hay que asombrar y cabrear. Además, en algún caso he hasta conversado con los familiares del escritor o escritora…creo que voy a redescubrir al mundo a algunos genios olvidados. Ya ve: marketing.

P: Vaya, pues realmente interesante. ¿Pero dice que Lorenzo Silva ha utilizado seudónimo? Y ya que estamos, ¿podría comentarnos brevemente algún escritor que haya publicado con seudónimo? El libro sale pasado mañana, así que denos un adelanto… No me han dejado leer ni la mitad.
R: Jajaja. Lorenzo Silva presentó al Premio Planeta 2012 su novela “La marca del meridiano” con el nombre Bernie Ohlls. Lo gracioso de este caso es que esa novela es la continuación de las aventuras de los sargentos de la Guardia Civil Bevilacqua y Chamorro, por lo que el jurado sabría ya quién era su autor. En mi libro recojo opiniones sobre por qué lo hizo, incluida su propia explicación. Esto lo convierte en una investigación plural, en la que prevalece mi teoría pero también se presentan otras. No se debe pelear en la cultura, solo es aceptable algo de competencia. Respecto a ejemplos… Voy a darte tres que te van a sorprender. El maravilloso trío de hermanas Brönte publicó, en 1845, el libro de poesías “Poemas por Currer, Ellis y Acton Bell”. Currer era Charlotte, Ellis era Emily y Acton era Anne. Después empezaron a publicar por separado. Otro ejemplo es el de Stephen King, quien llegó un momento en que escribía demasiados libros y su editor le pidió que publicara algunos bajo seudónimo. Eligió Richard Badman. Al enterarse después el público, lo mató, le organizó un entierro y hasta le publicó una obra póstuma. Y ahora viene el más sorprendente, al menos para mí: ¿conoce a la escritora británica de novela romántica Mary Westmacott, autora de, por ejemplo, “Lejos de ti esta primavera”? Pues es la misma mente que la que concibió “Diez negritos”. La maestra de la literatura de asesinatos, Agatha Christie, tenía un lado romántico.

P: Y claro, al igual que el contexto, supongo que también el motivo por el que esos escritores adoptaron su seudónimo fue diferente. Ilústrenos.
R: Exacto. En el primer caso, las hermanas Brönte lo hicieron huyendo del machismo literario de la época, que consideraba la literatura cosa de hombres (y desgraciadamente hasta las mismas mujeres lo creían así, como Cecilia Böhl de Faber, que firmaba por ello con el nombre de Fernán Caballero). Tengo un apartado en el libro dedicado a este tema. Stephen King temió la saturación de sus lectores por el ritmo que llevaba de escritura, así que inventó un nuevo escritor, del que parece que se encariñó bastante. Y Agatha Christie temía que su reputación de gran novelista de asesinatos quedara tocada ante esa literatura romántica. Ya ve que las tres coinciden en un intento de evasión de las normas actuales; en un modo de asegurar tu expresión literaria con “libertad”.

P: En síntesis, ¿qué mueve a un escritor a ocultar su identidad en una de sus obras?
R: Escapar de la censura, no ser aún conocido, ocultar parte de tu obra de tu reputación por considerarla inapropiada con ésta, evitar el empacho del lector, burlar el machismo, incluso dar una buena lección a los muchos editores que desechan novelas si no llevan un nombre famoso. Este es el caso de la Nobel Doris Lessing, que envió a sus editores dos originales, “El cuaderno dorado” y “Si la vejez pudiera” bajo el nombre de Jane Somers. Finalmente los publicó. Y hace poco J.K. Rowling publicó “El canto del cuco” como Robert Galbraith, quien recibió buenas críticas. Quería así Rowling librarse de la presión de libros anteriores y evaluar más objetivamente su calidad literaria.

P: De las letras españolas, ¿quién más, a parte de los citados Vázquez Montalbán y Böhl de Faber han ocultado su identidad?
R: Es larga la lista. Algunos son Leopoldo García-Alas (Clarín), José Augusto Martínez Ruiz (Azorín), Antonio Machado (Juan de Mairena, Abel Martín)… y un caso especialmente llamativo, y que a mí me encanta, es el de Franco. Nuestro dictador era un gran estudioso del comunismo y la masonería. Publicó estudios de masonería bajo el nombre de Jackob Kir, y escribió el guión de la película “Raza” siendo Jaime de Andrade. Todo lo contrario que Hitler, que ordenó que todo buen alemán debía tener su “Mein Kampf” en su casa, y claro, se forró. Razones y demás, en mi libro.

P: Terminamos la entrevista, señor Pessaloa… ¿Cómo puedo saber ahora que Santiago Pessaloa no es un seudónimo?
R: [Se sonroja] Bueno…, de momento no utilizo sinónimo. Pero mi apellido se presta a jugar con él; mire usted si se equivoca y pone Pessoa… Quizás mi libro se venda mejor. Triste, pero así funcionamos.
P: Descuide, Santiago. Muchas gracias y mucha suerte con el libro.




BIBLIOGRAFÍA
  • http://www.elconfidencial.com/cultura/2013/07/22/escritores-tras-la-mascara-el-seudonimo-vuelve-a-las-librerias-125233
  • http://guialiteraria.blogspot.com.es/2011/11/seudonimos-de-escritores.html
  • http://www.lapiedradesisifo.com/2013/01/22/algunos-escritores-con-seud%C3%B3nimos-i/